El Duque Job (22 de diciembre de 1859 - 3 de febrero de 1895)



Manuel Demetrio Francisco de Paula de la Santísima Trinidad Guadalupe Ignacio Antonio Miguel Joaquín Gutiérrez Nájera


El sábado 3 de febrero, Carlos Díaz Duffo subió las escaleras adornadas con azaleas de su casa en la calle de Sepulcros de Santo Domingo. En una esquina de su cámada, la señora Nájera, la madre de Manuel, arreglaba la bujía que iluminaba el cuarto. Las hemorragias habían empezado. Sentado en la cama, pálido, le dijo a Díaz Duffo:
–Voy de salida, Carlos.
-Alíviate, Manuel, te estamos esperando.

Más tarde Luis G. Urbina hizo el mismo recorrido por la casa. El Duque hablaba con dificultad. Cuando Urbina entró a la cámara lo encontró improvisando un discurso sobre los periodistas que debía presentar como nuevo presidente de la Prensa Asociada. A las tres de la tarde llegó Amado Nervo. Subió las mismas escaleras floreadas y acompañó al muerto toda la tarde.

Toda la prensa, sin excepción, dedicó sus primeras páginas a Gutiérrez Nájera. Llovieron obituarios y condolencias para la viudad. Días después Nervo escribió: "Ese inmenso cerebro fue desparramando lo mejor de su esencia en el periódico". Tablada repitió algo parecido y abrió la puerta de una duda al decir que el alcohol había matado al Duque. Como sea, ambos culparon al periodismo como quien culpa al clima de un resfriado. De alcohol o de hemofilia, con su muerte, Gutiérrez Nájera cerraba el siglo prosístico mexicano en una atmósfera de melancolía y promesas de tiempos turbulentos.


Manuel Gutiérrez Nájera, "Prólogo", selección y prólogo de Rafael Pérez Gay, México, Ediciones Cal y Arena, 2003 (Los Imprescindibles).

Comentarios

¡Vale la pena leer!

"11, IV. Jardín de niños", Desde entonces, José Emilio Pacheco

"Obra maestra", Ramón López Velarde

"Testamento", Silvio Rodrígez

"La mañana de san Juan", de Manuel Gutiérrez Nájera

Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca