El creador como un Héctor

Hoy me gustaría compartir una breve reflexión acerca de la labor literaria. Para ello me gustaría, como punto de inicio, compartir una cita tomada de Rubén Bonifaz Nuño cuando se refiere a la personalidad de Héctor de la Íliada de Homero, publicada por la UNAM. Dice el poeta mexicano en la “Introducción”:

 

Héctor funda su grandeza en su propia original pequeñez; él es únicamente un hombre; es el hombre en su terrible soledad de ser; endeble y limitado, se afianza en su voluntad y resiste; se opone, cuidando la dignidad de su condición [...] (p. xxvii).

 

Conoce su propia inferioridad en fuerza física, su humana debilidad. Todos la conocen. Empero, asumiéndolas, las ha llevado a tal punto, que las ha convertido en causa de temor para quienes en física fuerza lo superan. [...] Únicamente hombre, consciente de sus límites, se esfuerza en llevarse sin tregua hasta lo último de éstos, venciéndose de continuo a sí mismo. Y los semidioses, testigos de ese vencimiento permanente, sin llegar a caer en la cuenta de por qué, sienten que podrían ser a su vez superados por aquel a quien pueden vencer fácilmente. Y lo temen (p. xxix).

 

Considero que, al igual que Héctor, el literato es un ser cuya mayor riqueza es su condición humana, que en cierta media también constituye significativamente su debilidad ante los mismos hombres y ante otros estilos de vida. Si el creador literario no tiene que enfrentarse físicamente a determinados rivales o enemigos, sí lo tiene que hacer a diferentes estigmas sociales y culturales. Para ello cuenta, únicamente, consigo mismo y con su espíritu creativo. Está envuelto en el propio silencio de su soledad, marcada por ciertos acontecimientos de su historia de vida que lo han arrojado a una lucha frontal y abierta.

 

Como Héctor, se aferra a su voluntad, tanto a la de escribir como a la de vivir, para enfrentar un cúmulo de obstáculos que impiden no sólo su labor creativa, sino también la divulgación de ésta, su reconocimiento y en la mayoría de las veces su entendimiento. Creador y obra, fundidos en el mismo ente, resisten de tal o cual manera las fuerzas que pelean en su contra. No obstante, esta lucha no debe verse como una victimaria ni como victima al literato. Si parte de su condición de hombre, sabe que, a semejanza de Héctor, su destino y lugar en el mundo es el del combate, algo que aprehende no sólo con dignidad, sino con gusto, con satisfacción, orgulloso. Él sabe que su posición es y será de defensa, pero al mismo tiempo ejercerá un ataque sutil, bien intencionado, dirigido siempre a mostrar un lado diferente de la vida, del mundo propio-colectivo en el que se desarrolla junto con otros hombres que asumen también su propio rol, cualquiera que sea éste.

 

No quisiera terminar esta breve reflexión sin decir que considero que el creador literario, tal y como lo hace Héctor, interpreta su posición en el mundo no como una desgracia, sino como natural a su estado de consciencia. Es el guerrero hombre que encara y asume su debilidad que lo fortalece en el momento más oportuno: el combate frontal con el destino cotidiano. No me parece imposible pensar que muchos de creadores toman de su débil condición humana su propia fuerza para luchar como creadores, como literatos cuya labor principal consiste en enfrentar la vida desde, por y por medio de las palabras. De ahí que, precisamente, sea la palabra, conjugada libremente con las emociones y la experiencia de vida, la espada reluciente que pretende brillar al sol de cada nuevo día.

 

Así pues, Héctor, singularizado por Bonifaz Nuño como el hombre que hace de su fragilidad la fuente de su valentía y triunfo, puede bien servirnos para entender el trabajo creativo.

 









 

Comentarios

¡Vale la pena leer!

"11, IV. Jardín de niños", Desde entonces, José Emilio Pacheco

"Obra maestra", Ramón López Velarde

"Testamento", Silvio Rodrígez

"La mañana de san Juan", de Manuel Gutiérrez Nájera

Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca