Top Gear
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En otra pista farandulera, los ánimos nacionales eran incentivados desde esferas oficiales para incendiarse a propósito de prejuiciados y torpes chistes o comentarios hechos por simplones e ignorantes partícipes en un programa de la BBC. Convertido en motivo de asombro mundial por los niveles de descomposición institucional, violencia callejera, impunidad, crueldad y corrupción, nuestro país habría de darse por muy ofendido a causa de que en un programa inglés se hablara de flojera, irresponsabilidad y flatulencias como ingredientes nacionales (¿Galicia podría declarar hostilidades contra México por los constantes chistes gallegos que acá se cuentan?)
Incongruente resultó, además, que el abanderado de la defensa patria, de esa guerra santa contra la baja comicidad colonial de unos ingleses, fuera ni más ni menos que uno de los responsables –por acción y por omisión– de la catástrofe mexicana, del baño de sangre, del reino de la violencia sin control: Eduardo Medina-Mora, que fue enviado a Londres no por habilidades o conocimientos diplomáticos, sino como una forma de protegerlo del avispero que ayudó a agitar en México aunque siempre doblegado por el triunfante Genaro García Luna. Así como el calderonismo ha tenido el descaro tragicómico de alertar a nacionales para que no viajen a Egipto, a causa de la violencia desatada, como si en ese país hubiera más riesgo que en Ciudad Juárez, ahora se pretende inflamar el espíritu patriotero a causa de malos chistes cuando la realidad mexicana está para llorar, más que para reírse.
En cambio, el calderonismo irritado contra los ingleses (hasta la secretaria de Turismo, Gloria Guevara, irrumpió desde la clandestinidad en que opera para expresar quejas contra extranjeros y disertaciones laborales sobre las siestas), guarda silencio cómplice ante las constantes intervenciones en radio, televisión y prensa escrita, por parte de funcionarios estadunidenses que como la secretaria Napolitano lanzan advertencias de exterminio a narcotraficantes mexicanos y utiliza el plural ejecutivo para mencionar las cosas que han de hacerse en México.
Ah, pero eso sí: a las 16:07 de ayer estaba muy contento el usuario de Twitter identificado como @felipecalderon, la cuenta certificada de alguien que cree necesario definirse en ese espacio como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. No era para menos, pues podía reportar un importante logro: Hoy llegamos a 400 000 seguidores. Muchas gracias a todos por su interés. Casi a la misma hora, los habitantes de la zona conurbada con sede en Monterrey vivían escenas ya conocidas: balaceras, estallidos de granadas y narcobloqueos, en un libreto de terror que se extiende por todo el país sin que haya indicios de que se esté desarrollando una estrategia inteligente y confiable de control y supresión de esas formas extremas de agravio a la sociedad.
Fuente: "Astillero", Julio Hernández López, La Jornada, 2 de febrero de 2011.
En otra pista farandulera, los ánimos nacionales eran incentivados desde esferas oficiales para incendiarse a propósito de prejuiciados y torpes chistes o comentarios hechos por simplones e ignorantes partícipes en un programa de la BBC. Convertido en motivo de asombro mundial por los niveles de descomposición institucional, violencia callejera, impunidad, crueldad y corrupción, nuestro país habría de darse por muy ofendido a causa de que en un programa inglés se hablara de flojera, irresponsabilidad y flatulencias como ingredientes nacionales (¿Galicia podría declarar hostilidades contra México por los constantes chistes gallegos que acá se cuentan?)Incongruente resultó, además, que el abanderado de la defensa patria, de esa guerra santa contra la baja comicidad colonial de unos ingleses, fuera ni más ni menos que uno de los responsables –por acción y por omisión– de la catástrofe mexicana, del baño de sangre, del reino de la violencia sin control: Eduardo Medina-Mora, que fue enviado a Londres no por habilidades o conocimientos diplomáticos, sino como una forma de protegerlo del avispero que ayudó a agitar en México aunque siempre doblegado por el triunfante Genaro García Luna. Así como el calderonismo ha tenido el descaro tragicómico de alertar a nacionales para que no viajen a Egipto, a causa de la violencia desatada, como si en ese país hubiera más riesgo que en Ciudad Juárez, ahora se pretende inflamar el espíritu patriotero a causa de malos chistes cuando la realidad mexicana está para llorar, más que para reírse.
En cambio, el calderonismo irritado contra los ingleses (hasta la secretaria de Turismo, Gloria Guevara, irrumpió desde la clandestinidad en que opera para expresar quejas contra extranjeros y disertaciones laborales sobre las siestas), guarda silencio cómplice ante las constantes intervenciones en radio, televisión y prensa escrita, por parte de funcionarios estadunidenses que como la secretaria Napolitano lanzan advertencias de exterminio a narcotraficantes mexicanos y utiliza el plural ejecutivo para mencionar las cosas que han de hacerse en México.
Ah, pero eso sí: a las 16:07 de ayer estaba muy contento el usuario de Twitter identificado como @felipecalderon, la cuenta certificada de alguien que cree necesario definirse en ese espacio como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. No era para menos, pues podía reportar un importante logro: Hoy llegamos a 400 000 seguidores. Muchas gracias a todos por su interés. Casi a la misma hora, los habitantes de la zona conurbada con sede en Monterrey vivían escenas ya conocidas: balaceras, estallidos de granadas y narcobloqueos, en un libreto de terror que se extiende por todo el país sin que haya indicios de que se esté desarrollando una estrategia inteligente y confiable de control y supresión de esas formas extremas de agravio a la sociedad.
Fuente: "Astillero", Julio Hernández López, La Jornada, 2 de febrero de 2011.
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