Metamorfosis I

Desperté aún con las imágenes de la noche anterior en los ojos, las patas llenas de sudor y escalofrío, la consciencia ausente todavía. Mi espalda se estremecía lentamente sobre mi diminuta columna vertebral cuando me di cuenta de que los primeros rayos del Sol comenzaban a penetrar la habitación. Por un momento todo se me hizo extraño, desconocido. Mi abdomen hinchado me impedía ver hacía la puerta. Quise levantar la cabeza, pero mi escaso cuello me privó de esa posibilidad. La metamorfosis había sucedido mientras dormía.
Comentarios