Coraje


De pronto me invade cierto coraje
cegador
nada racional para el nuevo canon que tuve que aprenderte
¿útil psicológicamente?
¿atractivo amorosamente?
Bestialmente humano
carente de toda sensibilidad paternal,
aunque mío por ser tan auténtico,
tan no poco voraz y obsesivo,
único
motivador
deprimente que da paso,
el muy desgraciado y desgraciado,
a mi amplia depresión de amante frustrado.

Este coraje es el bueno,
dicen algunos convencidos de que sólo de golpes aprenden los sujetos,
—¿cuánto más debo dejarme golpear por el destino?—
de dónde salen los hombres que nacieron para ello;
familiar de aquéllos con los que se crean grandes discursos poéticos,
de donde nacen los propósitos que nos hacen cambiar para siempre
—eterna metamorfosis para mí.

¿Vale la pena a caso aún?
¿Coraje de qué?
¿Cuál?
¿En verdad es ése que ayuda?
¿No el que ciega y mata y hace que mates;
no el que borra el amor y alimenta el odio;
ni siquiera ese otro con el que jamás se educa,
el que no sirve para vivir?

Sé que ya no leerás más
que no sabrás ni tarde ni temprano
—ni entenderlo, me temo—
qué sucede realmente;
vivirás una vez más ignorante a lo que pueda ser
y sea y deje de serlo también;
absuelta de crímenes bajos
de decisiones temiblemente cobardes que no pretendiste;
alejada en la distancia de tus palabras.

Como en el derecho burdo,
vulgar,
cotidiano,
todo lo que diga
—en este caso, escriba—
es utilizado en mi contra:
absurda obsesión de sentirse perseguido
y tan deseado como rechazado
o apenas aceptado cuando ya dejado;
penosa sensación de aquietarse el amor
de tirarlo al extremo impropio de su naturaleza
—¿acaso el coraje o el odio?—;
extraña,
mas dulce,
sensación de muerte.
Reminiscencia supuesta de mi egoísmo:
sólo padezco solo sobre el sólido mar de muertes.

No será el coraje lo que hable
el que dicte la letra
y ponga tus ojos amargos a derramar su llanto;
ni el que someta tu libertad a mi enferma necesaria necesidad;
tampoco el que desde mí y por mí para mí
suelte la mano de la oportunidad de vivir sin ti
—mito recurrente, cíclico, miserable—
para poder hacerlo al final de los días y los tiempos.

Coraje que,
confundido siempre para todos,
me lleva por la ruta de las emociones humanas:
paso de su cuerpo,
indivisible en momentos exactos y racionales,
a la liviandad de la pluma de llanto flotante
llanto infantil y chiqueado
pediátrico
dependiente de un ente falto de principio
mas eterno y completo en el periodo de la Vida;
llanto sin dueño que viene a mí
quien lo adopta
le besa
le llora sobre lo llorado
y le complace con promesas inútiles:
ya no será más así,
le digo,
pero le miento,
sé que no puedo evitarle llanto al llanto
ni vida a lo que vive
—como quiera que viva o sobreviva o perviva.

Reacción natural
Resultado racional
Complicación sin problema.
Coraje,
pues,
que sigue como pie izquierdo al derecho
por la banqueta del niño que juega a no perder el equilibrio,
a que el que se pierda pierde,
así,
que se sabe acorde de su tiempo,
apostando a su momento
probando su capacidad de raciocinio
su habilidad para hacer del desastre propio el ajeno;
que se halla en medio de sí mismo para,
luego de hacerse guiños y tirarse suaves palabras,
buscar como acto inmediato,
inmejorable
absoluto
necesario por escaso,
la propia anulación.
El coraje muerto por el coraje.

No será él quien me impida el cambio
—¿quién se atreve?—
ni podrá evitar el recorrido de mi cuerpo
por los estado físicos y mentales más deseados:
de la prosa vana
al Poema que marque
que dicte
componga para otros
señale el camino por andar
erguido como estandarte de lo bien hecho:
figurilla del atril de lo bien aprendido
que puesta sobre otra diferente cualquier sensación
signifique premio
ganancia de lo arrebatado
y perdido;

ni tampoco padrastro de un olvido obligado:
nada provocará que no entre en su justa dimensión:
división de la vida en la balanza

Comentarios

¡Vale la pena leer!

"La mañana de san Juan", de Manuel Gutiérrez Nájera

"11, IV. Jardín de niños", Desde entonces, José Emilio Pacheco

"Obra maestra", Ramón López Velarde

"42", Los demonios y los días, de Rubén Bonifaz Nuño

Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca